viernes, 11 de mayo de 2007

Religiosidad a la carta



En mi página web estoy preparando un alegato de mi religión. A veces me preguntan gilipolleces como si "¿eres feliz?" o "¿Crees en Dios?". Por lo general respondo "a la gallega". Con el tiempo y el roce social he aprendido a distinguir a una monja entre 10.000 personas (sin hábito) y a un apologeta o recalcitrante proselitista entre la muchedumbre. No hace falta ser estudiado para ello. Lo de ser feliz es imposible. El que diga sinceramente que es feliz, una de dos a) o es insensible a los males del mundo y por lo tanto su opinión ni vale ni merece la pena ser escuchada o b)es tonto y a los tontos por lo general se les da la razón.
Mientras haya un ser humano sufriendo en el planeta nadie tiene derecho a estar feliz. German Dixit.
Otro asunto. Lo de creer en Dios es otra gilipollez suprema. Puedes estar seguro que si alguien te pregunta eso: a) tiene ganas de guerra b) te quiere vender algo c)está tronado y entonces le tienes que responder que sí.
El concepto ese de "creer en Dios" lo debieron de inventar para distinguir entre los partidarios de la hoguera y los de Torquemada. Es como atribuir enfermedades venéreas a una piedra de río. No ha lugar. Me fascina tener razón pero otras veces, la inmensa mayoría, me jode tener razón. Desde siempre he considerado que casi la totalidad de la gente que va a la misa son peores que los que no van a misa. En mis 39 años de vida confieso que las peores personas que he conocido iban todas a misa. Incluso hoy en día los más hipócritas, falsos, criticonas, mentirosos, agresivos, egoístas y desalmados suelen ir a misa. Imagino que lo hacen porque son tan malvados que buscan su medicina. Pero al salir vuelven a recaer. Hace años que no voy a misa. Supongo que asistí a tantas misas siendo marista que San Pedro ya me ha rebajado de eucaristías. Y las monjas que son tan admiradas, tan respetadas, tan encumbradas en la mística de la abnegación y la austeridad.. ahora son denigradas públicamente denostadas... inculpadas y escarnecidas por sus actos o mejor por los actos instigados por sus "maridos", los obispos. Así es la grey del señor, de su señor. Veamos el ejemplo de Grajal de Campos. Toda la vida orgullosos de "sus mojas encerradas" y ahora las han puesto a caldo después de que abandonaran su superconvento para irse a Toledo... pronto Botín o álguno de sus secuaces (véase poderes fácticos, Iglesia-Banca-Media)construirá un super hotel de lujo de a 80 euros el cubierto donde antes comían monjas de voto de pobreza. Pero los grajalenses las denunciaron por llevarse consigo no sé qué talla de no sé qué santo sin pedir pèrmiso a los lugareños. Y pasaron de ser buenas a ser malas. Ahora, después de manifestaciones, sentadas, voces y tanganas han pegado sendos carteles a la puerta del abandonado convento. Uno dice del frasquito de humildad y el otro de lo mal pagados que quedaron los grajalenses. Bueno... nunca se habían acordado de esa talla hasta que se la mangaron las mojas... La religiosidad es como ir de compras al súper: tomas lo que te interesa. Y cuando ya lo has usado... lo reciclas. Es como las comuniones de los enanos: 3000 euros del ala promedio por comunión. Si eso garantizara que los niños fueran buenos o salieran mas listos... vale... pero surte el efecto contrario. Yo voy a hacerme adorador de los templos que descubran en MARTE. Cuando López Alegría y Pedro Duque lleguen a ese planeta rojo y desentierren sus antiguos dioses, los veneraré... básicamente por variar... Los lectores no recen por mi alma... recen por la suya por favor.

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